CUBA Y PUERTO RICO: ¿DE LA MODA LAS DOS ALAS?

Mailye Matos, Manzana de Gómez, La Habana, Cuba.

Mailye Matos

Verano 2017. "Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas", la famosa frase de Lola Rodriguez de Tió, resonaba cada vez que un cubano se enteraba de mi procedencia.

Pero si de moda se trata, la historia va de manera distinta. La moda así como la prensa, es una herramienta indispensable tanto para conocer los procesos históricos de un determinado país como para conocer su contexto cultural en la actualidad.

Como ya es sabido, a partir de la segunda mitad del siglo XX Cuba y Puerto Rico tomaron caminos políticos muy distintos que paulatinamente repercutieron en la industria de la moda de forma directa. Mientras Cuba rechazaba fervientemente el capitalismo y sus valores, Puerto Rico lo abrazaba dando paso a vagas similitudes y grandes diferencias en lo que compete a la industria de la moda en ambas islas.

Por un lado, el abrazo al capitalismo luego del establecimiento del Estado Libre Asociado en Puerto Rico, resultó en la cantidad de centros comerciales que hoy día existen en la isla y donde se puede encontrar desde fast fashion hasta moda de diseñadores tanto locales como internacionales. Después de todo, ¿Qué es la moda si no un invento del capitalismo?

Y si de moda y capitalismo se trata, en Puerto Rico la moda se mueve casi con la misma rapidez que en el resto del mundo y es que, gracias a los patrones de consumo y su relación política con los Estados Unidos tiene acceso al gran mercado de la moda, o al menos a lo que determinadas marcas deciden que se comercializaría bien en el territorio norteamericano cuyo atractivo es millonario.

Desde la visita a Cuba del ex presidente estadounidense, Barack Obama, se vaticinaba un cambio en la política económica de la isla pero no fue hasta que Karl Lagerfeld presentó su desfile Resort 2017 en el Paseo del Prado de La Habana en mayo de 2016 que se confirmó. Ahora Cuba cuenta con las boutiques de la recién inaugurada Manzana de Gómez, un hotel 5 estrellas en el corazón de La Habana Vieja donde se puede obtener lo último en la moda internacional desde Versace y Armani, pasando por Aquazurra y Prada hasta Mango; la cadena española de fast fashion que pronto abriría en la localidad. Todo esto con un detalle que no podría pasar desapercibido por ningún hijo del capitalismo: las tiendas tienen nombres a claras luces nacionales y cero contenido publicitario.

Cuba tiene la Manzana, Puerto Rico el Mall of San Juan. Entre similitudes y diferencias, hay detalles que no cambian: tanto para el puertorriqueño como para el cubano promedio, el acceso a la moda con etiquetas de precios de $600 en adelante es difícil pero la curiosidad sobrepasa la falta de capital, razón por la cual la Manzana de Gómez no carece de visistantes.

Por otro lado, mientras el mercado de la moda puertorriqueña se rige por lo que dictan las tendencias a nivel local e internacional, Cuba cuenta con una marca de moda nacional, El Quitrín. La misma parece ser una marca de moda nacional que exalta el valor de la guayabera como producto nacional cubano y la utiliza como base para la confección de prendas que van desde la tradicional camisa masculina hasta vestidos para mujer.

Contrario a los productos dirigidos al mercado de lujo disponibles en La Manzana de Gómez, El Quitrín si cuenta con publicidad en su vitrina. Publicidad que muy bien podría ser celebrada entre los abogados del llamado body positivity, pues aunque todavía con un sesgo eurocentrista, la promoción muestra la imagen de una pareja que cumple con el estándar occidental de lo que debería ser una pareja normal dentro de los parámetros de una persona "real". Del mercado global nadie se escapa pero no olvidemos que aunque se muestre una apertura, los valores del socialismo cubano en el contexto socio político van por encima de una imagen con cualquier viso capitalista; y la moda, nos guste o no, poco tiene de socialista.

El cambio en Puerto Rico es constante para bien o para mal, mientras que en Cuba; la otra ala, el cambio se aproxima, a paso lento bajo las miradas rigurosas de las imágenes del Che y de Fidel.

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