privilegio masculino

Tomaso Binga

Tomaso Binga

Mailye Matos

Nuestro nombre, lo primero que se nos entrega al nacer, llega a nosotros con varios significantes. Denota clase, raza y género. Este último, sobretodo en las lenguas romances, se nos impone.

Un pensamiento similar debió asentarse en la mente de Tomaso Binga, cuando adoptó el seudónimo. Nacida en Salerno, Italia en 1931 y bautizada con el nombre de Bianca Pucciarelli Menna, se convirtió en Tomaso Binga no con el objetivo de encarnar al hombre artista sino como cuestionamiento a los privilegios del mundo masculino y para destacar la discriminación contra la mujer en la vida diaria y en el circuito artístico.

El descrédito del mundo del arte masculino, mediante una identidad de género disfrazada —tema recurrente en su obra— surgió con la desmitificación de los roles de género y las diferencias que imponen entre sexos, la escritura y el lenguaje.

La poeta y performance artist pertenece a una generación de artistas italianos que utilizaron la poesía visual y la Nuova Scrittura para señalar el silenciamiento de ciertos temas dentro del lenguaje y la comunicación, específicamente el silencio impuesto a las voces femeninas.

Según la revista de arte Elephant, las identidades duales de Tomaso y Bianca, nunca están lejos de la vista. En su amplia obra, destaca un performance de 1977 en el que la artista invitó a los espectadores a la boda entre ella y su seudónimo. Los espectadores, dejaron tarjetas y regalos para los recién casados, formando con el tiempo, una instalación cambiante. Una andrógina Binga apareció en la ceremonia vestida de traje masculino y con vestido blanco, en un guiño a sus contrapartes de género fluido.

El lenguaje, la maternidad y la multiplicidad del yo son cuestionados en la obra de Binga, que incluye además una colaboración con la casa Dior bajo la dirección creativa de Maria Grazia Chiuri.

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