UNA MENTIRA REPETIDA MIL VECES…

Diesel.

Una copia de una copia de otra copia. A partir de la década de 1960, la moda ha sobrevivido reciclándose una y otra vez, todo ha sido inventado.

La copia, aunque siempre vista con sospecha jamás ha abandonado a la moda puesto que, en esencia, eso es la moda. Simmel decía que la moda es una forma de imitación en donde las clases oprimidas imitan a los opresores y cuando éstos a su vez se dan cuenta de que están siendo imitados, abandonan esas modas y las sustituyen por otras en un ciclo que no tiene fin.

En momentos en que la moda raya en lo absurdo y las tendencias de mercadeo se basan en la aparición de productos de "edición limitada" por medio del "drop", la aparición y propagación de "copias no autorizadas" es más común que nunca. Pensemos en la camiseta que lee We should all be feminists de la colección primavera/verano 2017 de la casa Dior. De la pasarela a Wish.com en un abrir y cerrar de ojos. Pero ¿qué pasa cuando el imitador supera al imitado? Aparecen imitaciones de productos que nunca existieron.

We should all be feminists

de la colección primavera/verano 2017 de la casa Dior ha sido una de las camisetas más copiadas en la historia de la moda.

El bootleg de lo que nunca existió no es nada nuevo. A finales de la década del 1980 cuando el prestigio de la casa Gucci se desmoronaba gracias a la saga familiar, el barrio chino neoyorkino vendía camisetas con el logo Gucci jamás diseñadas por aquella época. Luego aparece la figura de Dapper Dan a apropiarse del logo para, a través de la serigrafía, estamparlo en fabulosos abrigos de cuero nunca diseñados por Gucci, pero que hoy al igual que las camisetas son piezas coleccionables. 

A mediados de los 80's la marca Tommy Hilfiger lanzó una campaña publicitaria a la que se le atribuye su éxito comercial. La misma consistía en una lista de nombres de diseñadores con espacios en blanco luego de la frase los 4 grandes diseñadores de moda masculina americanos son... las ventas aumentaron, tanto que a mediados de los 90's, las imitaciones de la moda que no existía aún, obligaron al propio Hilfiger a imitar a sus imitadores y sacar provecho de ello. Lo mismo ha hecho Alessandro Michele en Gucci imitando ahora las imitaciones de finales de los 80's, una movida que ha generado muchísimas ganancias para la marca y ha aumentado la demanda por las imitaciones originales, subastadas en eBay por cientos de dólares según el portal Fashionista.

Ahora que la tendencia radica en la cultura del knockoff, tal parece que la fórmula del éxito está en copiar al que se copió de lo que nunca hiciste. La marca Diesel lo tiene muy claro, es por esto que levantó toda una tienda en el barrio chino en Nueva York, con imitaciones auténticas y las vendió para ganancia de la empresa y de quienes detectaron la ironía. Por otro lado el hype provocado por las colaboraciones y el mercadeo a base del "drop", esa tendencia de la industria que consiste en colocar el producto (casi siempre edición limitada) sin previo aviso ni publicidad en determinados puestos de venta y dejar que empleados y clientes hagan el resto a través del word of mouth y las redes sociales, ha provocado el deseo de llegar a lo más exclusivo de lo más exclusivo llevando a los clientes a páginas web que prometen colaboraciones nunca antes anunciadas y ni en sueños concebidas, según reporta GARAGE.

El negocio de los bienes de imitación siempre ha sido y será lucrativo para desgracia de muchos y gloria de otros, pero como bien dijo Maquiavelo, una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad.

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